viernes, 3 de abril de 2015

TERCERA EVALUACIÓN Y FINAL

Los alumnos afrontan la parte más dura del curso, en la que se decidirá en buena parte su futuro.
Ante el aumento en la exigencia de los centros docentes una opción segura son las clases de apoyo.

ALUMNOS: MUCHOS DEBERES, POCO TIEMPO, MÁS EXIGENCIA.
PADRES: BAJA FORMACIÓN, MENOS TIEMPO, INSEGURIDAD
La importancia de las clases particulares en la actualidad


En tiempos de educación de masas, el apoyo al aprendizaje fuera de la escuela puede proveer, aunque no sea siempre así, una experiencia individualizada. Esto contrasta con la institución escolar, donde un docente debe estar al frente de algunas decenas de alumnos, no siempre pudiendo ayudarles o discernir las dificultades de cada uno. Las clases particulares convierten el aprender en una tarea donde prima el esfuerzo individual.

Las clases particulares pueden representar también un apoyo a la familia cuando los padres no pueden afrontar los problemas de aprendizaje que tiene alguno de sus hijos o cuando los mismos no pueden prestarle tanto tiempo a las tareas escolares de los pequeños.

Es importante para los alumnos el hecho de recibir atención de un adulto que cumple el rol docente, en una relación de confianza y cercanía que a veces no puede lograr con sus maestros en la escuela, ya que deben atender a más estudiantes como él. Es el profesor particular quien comprenderá mejor cuáles son sus verdaderas dificultades o debilidades a la hora de aprender. Esto se debe a que las clases de apoyo se realizan en un ámbito informal y más relajado, donde no hay obligación de cumplir con objetivos (pasar exámenes, obtener buenas calificaciones, etcétera).

Indudablemente, el profesor particular no reemplaza el rol de la escuela o de los padres en la enseñanza de los niños. Sin embargo, es su tarea profundizar en los contenidos que el alumno no hay podido asimilar, así como ayudarle a sobrellevar los inconvenientes que suponen las tareas diarias o los exámenes. No es una figura que ayude a “salvarse” en momentos de dificultad sino que brinda herramientas para que el estudiante pueda obtener los logros por sus propios medios.

Al ser una necesidad temporal, las clases particulares no suelen ser constantes en la educación de los alumnos, a excepción de asignaturas específicas como inglés o algún otro idioma. El niño sabe que el profesor particular está allí para ayudarle porque necesita mejorar en la escuela. Lo que no siempre sabe es que es él quien debe lograrlo por sí mismo y que el profesor estará allí para acompañarlo pero no para hacerle la tarea más fácil. En estas situaciones, es deber de los padres explicarle al pequeño cuál es la función del maestro particular. No es un castigo ni una ayuda para que apruebe fácilmente, es más bien un guía.

A menudo los estudiantes se agobian cuando las exigencias son imposibles de cumplir, cuando los profesores no consideran que los alumnos tengan otras actividades por fuera de la escuela o simplemente cuando la institución escolar fomenta la competencia entre alumnos, generando mucha ansiedad en los niños o adolescentes. Por eso, las clases particulares no siempre apuntan a chicos con problemas de aprendizaje sino también a niños con vidas sobrecargadas de tareas y altos estándares que alcanzar.

En síntesis, las clases particulares se han vuelto una necesidad para suplir las falencias del sistema escolar o para afianzar los contenidos que ésta no logra transmitir eficazmente a los alumnos. A veces esto se debe a la alta exigencia de la escuela o del poco tiempo que tienen los padres para ayudar a sus hijos con las tareas. Cada alumno es único y sus necesidades deben ser consideradas individualmente; es por eso que un profesor particular puede ser de mucha ayuda, focalizando en lo que el estudiante requiere para alcanzar sus metas.

'Los niños en España tienen muchos deberes'
CATHERINE L'ECUYER Investigadora sobre educación infantil
LEER EN>> elmundo.es

Casi todos los niños están escolarizados en España a los tres años, una edad a la que empiezan a aprender a leer y escribir, mucho antes que en países como Finlandia, donde se comienza a los siete.

A pesar de ello, y de que aquí hay más deberes y extraescolares que en la media de la OCDE, los resultados académicos son peores. Con más tareas a los críos les rinde mucho menos. Catherine L'Ecuyer sostiene que parte del problema es que los padres de ahora saturan a sus hijos desde que son bebés con aplicaciones para tabletas, idiomas y todo tipo de actividades que les apartan del juego, la naturaleza y el silencio.

Todo ello les causa una «sobrestimulación» que atrofia su capacidad de interesarse por el mundo y les predispone a la apatía y al fracaso escolar. Esta investigadora canadiense sobre educación infantil, que vive en Barcelona, sacó el jueves la novena edición de su libro Educar en el asombro (Plataforma).

No hay comentarios:

Publicar un comentario