Nuria y Cristina viven en Benharás bajo los principios de respeto y armonía con la naturaleza Realizan talleres de educación para niños de entre 5 y 8 años
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HERNALDO TURRILLO LOS BARRIOS | 25.08.2013
La vida no siempre tiene que basarse en los preceptos establecidos. Existen otras formas, otros estilos paralelos para llevar a cabo la realización personal. Nuria y Cristina son dos jóvenes sevillanas que siguen uno de estos estilos de vida alternativos. Ambas dejaron de lado la materialidad de las grandes ciudades para unirse a la naturaleza y vivir de lo que ella pueda dar. Así llegaron a Los Barrios, buscando nuevas formas de realizarse a través de los paradigmas ecológicos de respeto y sostenibilidad para con la madre naturaleza.
Con esta mentalidad dejaron Sevilla, para viajar por el mundo y seguir ese modelo de vida. Ese viaje, de redescubrimiento interior, les llevó a estar dos años en Suramérica, donde una experiencia de varios meses en Colombia con eco aldeas les hizo cambiar su concepción. Estas aldeas se basan en dos fórmulas de subsistencia, por un lado, la autosuficiencia y, por otro, la permacultura, siempre con el máximo respeto con el medio ambiente.
Después de esta experiencia llegaron a Los Barrios, con la finalidad vivir de forma sostenible, de lo que pueden conseguir de la naturaleza y transmitir esos conocimientos adquiridos. Gracias a una amiga, consiguieron que les dejaran asentarse en una finca en Benharás. Ahí es donde realizan su vida, gracias a una huerta ecológica, una furgoneta que usan como hogar y una carroza de romería como cocina.
La primera experiencia de vida orgánica se encuentra en su pequeña huerta, compuesta por árboles frutales, hortalizas y verduras sembradas por ellas. Así se hallan tomates, zanahorias, melones o sandías, siempre de temporada. Algunos tomates, por no usar pesticidas de ningún tipo han enfermado. "En el concepto de permacultura, que seguimos, no entran productos químicos, por ello utilizamos abonos orgánicos, como el estiércol. Lo que la naturaleza nos da, se lo volvemos a ofrecer. Intentamos continuar el ciclo natural sin modificarlo", comenta Cristina. Además, tienen instalado un sistema de riego por goteo, para usar de la forma más eficiente posible el agua.
No obstante, son conscientes de que sólo de su pequeña huerta no pueden vivir. Y es que hoy en día, la luz y el agua son dos servicios indispensables. Ambos los obtienen por la solidaridad del propietario de la finca. Para otros gastos de igual importancia, como medicinas o el aceite, han buscado fórmulas para ganar algo de dinero y no traicionar sus principios.
De ahí nacieron los Talleres de educación ecológica que imparten desde el inicio del verano. A estos talleres asisten niños de entre 5 y 8 años con la finalidad de comprender, de forma muy básica, los conceptos ecológicos. Hasta ocho niños han llegado a estar a cargo de las jóvenes, que realizaban los talleres entre las 10 y las 14 horas. Nuria, que es educadora social, intenta despertar el interés de los niños por la naturaleza. "Lo que queremos transmitirles es la conexión con el medio ambiente. Les enseñamos valores de cooperación con actividades en las que no importa quien es el vencedor", explica Nuria.
Además, su metodología incluye la realización de actividades para la educación ecológica, como la fabricación de abalorios con objetos reciclados, normalmente tetra bricks o cajas de cereales, o les enseñan el proceso de la agricultura, desde plantar la semilla hasta la recogida correcta del fruto. Su forma novedosa de educación, basándose en la estimulación de los intereses y la praxis frente a lo teórico, les lleva a organizar pequeñas asambleas con los pequeños para que decidan qué quieren hacer ese día. Así, deciden de forma democrática y respetuosa aquellas actividades que más les motiven.
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